viernes, 17 de abril de 2015


Reporte núm 21, sesión del día miércoles 15 de abril

1.- Iniciamos la sesión dando secuencia a lo que hicimos en la introducción al tema del Impresionismo. Retomamos algunos aspectos técnicos sobre la factura del color en algunos pintores que anteceden a los impresionistas, entre ellos, Eugène Delacroix, Diego de Velázquez y j. M. William Turner, los cuales dejaron antecedentes importantes en su cocina de color.
Se hizo mención que no solo era el aspecto que tenía que ver con los colores en el impresionismo lo que les llamaba la atención a algunos de los pintores que representan ese movimiento. Dijimos que también eran particularidades que tenía que ver con una transgresión de lo visual, o de un ordenamiento que se ubicaba en una discontinuidad de elementos visuales que en ocasiones nos hacían caer en una trampa visual o en un nivel de comprensión psíquica-óptica.
2.- Para explicar algunas de las razones por lo cual, se interesaron los impresionistas en esto, vimos un par de ejemplos de lo que hizo Louis Ducos du Hauron, en sus fotos de color en la iglesia de Caprais en la población de Agen en 1877. Explicamos cómo es que con polvos de almidón que se les ponía un tinte vegetal se pudo reproducir el color en las imágenes a partir primero de una separación de ese color.

                      
Así, nos acercamos un poco a lo que posteriormente, en la década de los años ochenta van a hacer los post-impresionistas en el momento en que deciden separar los colores en sus puntos para crear un efecto óptico que determina que uno vea un color en una determinada zona cuando en realidad se trata de dos puntos separados que tienen uno un color y otro desigual.
3.- Pasamos al final a mostrar algunos ejemplos de lo que algunos impresionistas hicieron en su transgresión visual y de colormetría. Vimos la imagen de Claude Monet de algunos de sus ejemplos exploratorios en la fachada de la iglesia de la Catedral de Rouen, en 1893, de la cual hizo varios estudios en diferentes tonalidades que estaban determinadas por una condición de luz diferente en cada una de ellas.
 


También vimos una imagen que nos permitió hacer un trabajo de análisis pormenorizado en relación a sus detalles que nos hacen perder de vista el planteamiento subjetivo que se hace desde la posición del espectador, nos referimos al caso de la obra de Èdouard Manet, Un Bar Aux Folies Bèrgere, 1881-82. Esta obra nos permite especular demasiado, de entrada, porque se trata de eso, de un espejo o especulum que nos confronta con una realidad, la que vemos en un plano perpendicular a la visión de la chica que nos atiende en el bar. En el extremo vemos al personaje que “somos nosotros” que se acerca a ella, esto da pie a darnos cuenta de que en ese espejo hay una distorsión, pero al mismo tiempo como posibilidad de lo que es “juego” de espejos. Hay una yuxtaposición de elementos corporales significativos que son los que se ubican en los extremos superiores en ambos lados, en el izquierdo unas piernas de una trapecista y en el  derecho un cuerpo cortado a la mitad del personaje que somos mientras le pedimos algo a la chica que nos atiende. En este sentido, decimos que el espejo nos remite a Las Meninas de Velázquez donde también vemos un espejo y nos están viendo de frente.
Se construye así de nuevo, un sujeto o una vista subjetiva que nos confronta con una realidad simple que no siempre es tan simple como parece.

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